Al parecer, según publica National Geographic, los perros pueden sentir nuestras emociones, no así los lobos.
Una cuestión muy sexy
Y es que da igual que estemos frente a un rottweiler que frente a un chihuahua, los perros nos quieren. La experta en comportamiento canino Karen Overall de la Universidad de Pennsylvania lo denomina «una cuestión sexy«, por la atracción que despertamos en los cánidos.
En 2010, Overall en colaboración con otra experta en la materia llamada Monique Udell realizaron un estudio del genoma del perro y el lobo, y se dedicaron a identificar alteraciones en el gen WBSCR17 que sucedió durante la domesticación de nuestro fiel amigo. Cuando obtuvieron los resultados, los publicaron en Nature, pero tuvieron que retrasar sus avances por falta de fondos.
La conclusión inicial era contundente: el genoma humano y canino evolucionaron juntos. No obstante, por algo se dice que el perro es el mejor amigo del hombre. Pues bien, recientemente otro estudio ha corroborado estos estudios iniciales volviendo a apuntar a su ADN.
Y es que la bióloga Bridgett von Holdt de la Universidad de Princeton ha venido a respaldar esta teoría tras tres años de investigación con un estudio que ha culminado con un artículo publicado en la revista Science Advances.
En él se evidencia que existe una base genética por la cual el comportamiento de los perros es mucho más amigable que el de los lobos. Y es que, como apunta National Geographic, los perros son mucho más parecidos a nosotros de lo que pensamos.
El secreto se encuentra en la evolución genética que han sufrido ambas especies, en origen la misma. Si conoces un perro de esos que se va con cualquiera, siempre está dispuesto a darte la patita y emplea su cola como un arma de destrucción masiva, es bastante probable que en su estructura genética tenga variaciones en sus genes GTF2I y GTF2IRD1. Una alteración que en personas genera el síndrome de Williams, pero que en perros los convierte en seres hipersociables y amorosos.
Estas conclusiones se obtuvieron tras analizar el comportamiento de 18 perros de diferentes razas y 10 lobos. En una de las pruebas, entrenaron a los animales para que abrieran una caja que contenía salchichas. Entonces, les pidieron que las abrieran en tres circunstancias diferentes: con un humano que les resultaba familiar cerca, con un desconocido y solos, sin personas alrededor.
En los tres escenarios, los lobos arrollaron en efectividad a los perros. Pero el margen fue aún mayor cuando los perros tenían que intentar abrir la caja con gente delante. Según apunta una de las investigadoras, no es cuestión de inteligencia:
No es que los perros no pudieran resolver el puzzle, es que simplemente estaban demasiado ocupados mirando a los humanos como para lograrlo.
Las diferencias genéticas respaldaban la teoría. Es decir, que la combinación de genética y comportamiento es la responsable de que aquellos lobos sean hoy unos perros dóciles y amorosos. No obstante, la evolución del perro sigue su curso, bien sea per se o por la modificación artificial que realiza el hombre cuando selecciona los especímenes que considera más adecuados para cruzarlos.
Fuente: urbantecno Publicado por Eva Rodríguez de Luis en Ciencia el 07/08/2017