

“Yo no soy mala, es que me dibujaron así”, explicaba Jessica Rabbit en la famosa película de 1988 Quién engañó a Roger Rabbit. Y no le faltaba razón, al fin y al cabo, es un dibujo animado. Pero el trazo del lápiz es a Jessica Rabbit lo que los genes a los animales —también los domésticos—, según un reciente estudio publicado en Science, que apunta que la personalidad de su mascota podría venirle de fábrica.
Según los científicos de la Universidad de Princeton (EE UU) que llevaron a cabo la investigación, los perros son sociales por naturaleza. Esto no se debe a un aumento en su cognición social, sino a una mutación genética relacionada con el síndrome de Williams-Beuren: un trastorno del desarrollo humano con síntomas como la hipersociabilidad, que afecta a uno de cada 7.500 recién nacidos en España.