“Yo no soy mala, es que me dibujaron así”, explicaba Jessica Rabbit en la famosa película de 1988 Quién engañó a Roger Rabbit. Y no le faltaba razón, al fin y al cabo, es un dibujo animado. Pero el trazo del lápiz es a Jessica Rabbit lo que los genes a los animales —también los domésticos—, según un reciente estudio publicado en Science, que apunta que la personalidad de su mascota podría venirle de fábrica.

Según los científicos de la Universidad de Princeton (EE UU) que llevaron a cabo la investigación, los perros son sociales por naturaleza. Esto no se debe a un aumento en su cognición social, sino a una mutación genética relacionada con el síndrome de Williams-Beuren: un trastorno del desarrollo humano con síntomas como la hipersociabilidad, que afecta a uno de cada 7.500 recién nacidos en España.

El estudio, dirigido por Bridgett Von Holdt, se centró en el área cromosómica implicada en la sociabilidad canina, analizando el comportamiento y el ADN de varias razas de perros procedentes del American Kennel Club; incluyendo el malamute de Alaska, barnés de montaña, border collie, bóxer, basenji, cairn terrier, golden retriever, perro de montaña de los pirineos, Jack Russell terrier, saluki, carlino, caniche enano y schnauzer miniatura.
«La soledad y el aislamiento provoca problemas de conducta en el perro, como la agresividad o la incapacidad para relacionarse con otros congéneres o personas”, según contó a BuenaVida el profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, que recomienda la integración del perro en el grupo familiar y el contacto diario con personas y otros animales. Eso ya se sabía.
Los más sociables resultaron ser: perro de montaña de Bernese, border collie, boxer, golden retriever, Jack Russell terrier, caniche miniatura y pug. En cambio, no buscaban la atención de los humanos los malamute de Alaska, los basenji, cairn terrier, perro de los Pirineos, schnauzer miniatura, saluki y perros semidomésticos.
Fuente El País buenavida